miércoles, 23 de mayo de 2012

Gabriel

Permanece a mi lado desde los días de mi infancia, ofreciéndome siempre su aliento, su lealtad. No hay nadie en el mundo que me conozca mejor que él. Su ánimo y su alegría son los bosques en los que me adentro a diario y en las ramas de sus palabras me subo a descansar. Ni una vez he leído en su alma la traición. A su lado nunca hay borrascas, pues su espíritu, siempre abierto al amigo, sabe derrotar lo negro y ablandar la dureza del viento. Su carácter es una mezcla de fresas y regaliz.  Ha iluminado mis sombras muchas veces y, también, ha uncido a mi oscuridad  su luz esos días plomizos con nubes rotas en mi garganta, cuando todos se van y dejan gaviotas aleteando sobre el acantilado de mi corazón.

Su casa respira a unos  metros de la mía. Llevamos viviendo cerca tantos años...  Es más de una vez la piedra angular de mi silencio,  la risa que llega y se cuelga en mi tristeza como una libélula herida entre jazmines. Gabriel es como un camino lento y firme que sostiene mis pasos en las horas más agraces. Su generosidad nunca tuvo límites y la envidia no cabe en su pecho, ni en sus ojos. Por eso es mi amigo, porque me abrigo en su confianza y en su entrega sincera, abierta como un campo de centeno en la tarde, encuentro mi cobijo, la estancia celeste que compartimos en la niñez.

En los últimos días, cuando todo me va bien y la vida es un golpe de brisa en mis pestañas, Gabriel viaja conmigo y con mis libros, porque vive instalado en mitad de mi novela, junto al protagonista de "Los ojos de Natalie Wood". Agradezco su compañía ahora más que nunca. Como un verso libre, como una gacela hecha de aire, mi amigo penetra en la claridad de mis palabras y, a través de mi voz, salta en la luz, se mueve y viaja con mis sentimientos, pasea por mi conciencia compartiendo la libertad que nos acerca y, a la vez que en su alma sin zarzas, crece en mí. En verdad es un lujo tenerlo como amigo. Se llama Gabriel, Gabriel Leal Palomo, y para mí es el símbolo de la amistad. Nunca me ha traicionado desde que lo conozco. Su primer apellido indica que es leal; atendiendo al segundo, es un palomo de alas gráciles que se mueve sin miedo entre los altos edificios y los cielos más fríos y oscuros de estos tiempos donde tanto escasean los amigos verdaderos, aquellos que, como Gabriel, cuando te miran, se reconocen dentro de tus ojos y hacen que todo sea limpio y transparente aunque en mitad de tu pecho esté lloviendo y a tu lado sólo haya silencio, y soledad.

2 comentarios:

ASEVAP ASESORES Y CONSULTORES dijo...

Me adhiero a lo que escribes sobre esta persona y te digo que conociendolo que lo conozco, y como buen amigo suyo que eres, te quedaste corto en definirlo, que seguro es tu intencion. Te faltó hacer un detalle de su generosidad y de la grandeza de su corazón, que como tu mas que nadie conoce, le tendras dedicado un capitulo aparte por que en este no cabria expresarlo. Un saludo y te deseo no pierdas nunca esa frescura al escribir y ese aroma rural que desprendes en cada una de tus obras y contribuyes a que no se pierda la bondad y la generosidad que existen en personas como el que describes.
Tu amigo que lo soy, Andres

Alejandro López Andrada dijo...

Muchísimas gracias, Andrés, por exaltar y reconocer las muchas virtudes de mi buen amigo Gabriel Leal Palomo, a quien también te une, me consta, una gran amistad. La verdad es que sí me quedo corto al describir la generosidad que encierra su corazón. Es un tipo fantástico, un buen amigo, una persona muy positiva y entrañable para mí. Por otro lado, también agradezco tus palabras que me animan a seguir escribiendo. Muchas gracias, amigo Andrés. Recibe un abrazo cálido y total.