Los días pasados me hallaba bastante deprimido. La tristeza es un lago detrás de una ventana, a la que últimamente me asomo demasiado. A veces, se me va el cuerpo y caigo al lago, chapoteo en el agua e intento estar a flote, pero, al final, me hundo en la tristeza. Si escribo es para escapar del desaliento y encontrar un fragmento azul donde esconder el pedazo de claridad que aún me sostiene. Pero el hueco de la tristeza, su ventana, es demasiado grande y atractivo. A veces tira de mí como un imán, como si me ofreciera un decorado insólito en el que vaciar mis penas más profundas: la sagrada quietud de un bosque sugerente sobre el que flota un cielo puro y ancho donde, no obstante, sólo vuela el viento arrastrando las lágrimas de una golondrina.
Estos días de atrás, como he dicho, estuve triste. Pero ayer, aún no sé por qué, todo cambió. A pesar de ser viernes y 13, desperté con un pellizco de luz en las entrañas. El día transcurrió en general sin incidentes; pero fue por la tarde, al volver de pasear, cuando mi ánimo creció sin esperarlo y, al fin, mi alegría salió de su escondite. Ocurrió casualmente, cuando contemplé un anuncio donde un manojo de cómicos famosos hacen un homenaje al inolvidable Gila, maestro de los humoristas españoles. Embebido por el mensaje de ese spot patrocinado por la empresa Campofrío, me dejé llevar por los abrazos y las sonrisas de Chiquito de la Calzada y sus compadres.
Todo eso lo vi en una entrada de you tube. Luego, unas horas más tarde, en televisión disfruté más que nunca con el show de José Mota. Sus críticas a Ángela Merkel y Sarkozy fueron la levadura necesaria para que creciera el pan de mi alegría. Algo vino de fuera y, de repente, me habitó, un cálido virus de felicidad celeste que elevó las pavesas de humor que aún había en mí y las derramo en mis ojos ateridos. El milagro, sin duda, fue propiciado por los cómicos: esa raza de hombres que, antaño, iban de pueblo en pueblo como alquimistas anónimos y humildes convirtiendo el dolor y las penas de la gente, igual que hoy lo siguen haciendo, en alegría.
2 comentarios:
Es que si no estuvieran los cómicos, la vida seria insoportable, nos tenemos que reir de todo, sino pues no podemos ser felices.
Nietzsche dijo: La vida sin musica seria un error. Cambio musica por humor.
Publicar un comentario