martes, 26 de junio de 2012

Días de fútbol


Mientras muchos viven atados al televisor siguiendo la evolución de la Eurocopa, yo dedico mi tiempo libre a pasear y a reflexionar sobre el dolor que viene. Estas tardes tan lentas y azules de mirar se instalan dentro de mí como glicinias que escalan por mi corazón deshabitado. El estúpido fútbol de estos días me da náuseas, es como un ciempiés que recorre mi conciencia sellando la claridad de mi silencio. Ni siquiera he mirado los partidos de la roja: para mí este color tiene un tono bien distinto del que visten señores con cuentas millonarias que están por encima de todos los mortales. El deporte del balompié ha cambiado mucho y hoy, en ciertos ambientes profesionales, no es deporte, sino sólo un burdo negocio vergonzante en torno al cual gravitan, mansamente, hileras de tragasables y bufones.

Puede que el fútbol pasivo, contemplado (no aquel otro que practiqué en mi juventud en campos terrosos, abruptos e imposibles), sea el analgésico absurdo y demencial que cubre, en estos momentos, la orfandad de esperanza y felicidad que nos asiste.

Días presentes de fútbol en medio del vacío, de la sinrazón, del miedo y el despropósito. Pan y circo para deglutir la realidad cercada por ratas que muerden nuestras ilusiones. Mientras la nación se resquebraja y hunde y la vida es un mapa con los bordes machacados, un charco de luz donde flota un cielo negro, hay gente que ve en el fútbol un espejismo donde disolver sus fobias y sus miedos. Además, lo peor de todo, lo que duele es que alguien quiera o intente convencernos de que al final si la Roja es campeona este país se salva del abismo, ese acantilado oscuro y sepulcral que nos espera después de la Eurocopa.

Que al final se gane o se pierda da lo mismo, pues los banqueros acechan bien ocultos esperando el banquete final, su orgasmo pútrido, lo que vendrá después de un campeonato donde las luces se mezclan con las sombras. Pan y circo para un país lleno de mugre, y, entre tanto, muchísima gente sigue ciega. Y, entre tanto, muchísima gente sigue ciega.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alejandro, ¡que forma de expresar más maravillosa!. Enhorabuena y un abrazo de tu compañera de arriba.

Alejandro López Andrada dijo...

Agradezco sinceramente tu comentario, amiga y compañera de arriba. Me alegra saber que hay personas reflexivas que entienden lo que digo y, en este caso, coinciden con mi opinión. Muchas gracias de nuevo. Abrazos.